De sobra es conocido entre mis seres queridos y seguidores que soy desde mi niñez un gran apasionado de la banda neoyorquina "Kiss" y que además de disfrutar de sus shows en directo he recorrido numerosas partes del mundo alimentando mi kissmanía.
Desde Madrid, Barcelona, Roma, Londres, Amsterdam, Nueva York, Los Ángeles, Miami, San Francisco, hasta mi última parada en Las Vegas, todas esas visitas estaban directamente relacionadas de una forma u otra con la banda más caliente del planeta.
En esta ocasión viajaba hasta la ciudad del pecado, con la intención de saborear todos sus frutos, y como no, disfrutar del recién estrenado "Kiss Monster Mini Golf" en el estupendo hotel Rio Las vegas.
A 15 minutos andando desde la famosa strip, el Hotel Rio se mantiene poderosamente erguido resultando totalmente reconocible por su color granate y azul, la entrada del mismo era igual que el resto de los hoteles de las Vegas; un hiper casino con el aire acondicionado amenazando directamente a mis pulmones, y mogollón de gente inmersa en sus quehaceres ludopáticos, pero lo importante a mi juicio también estaba dentro del Hotel.
Sin más dilaciones nos dirigimos a la parte de ocio en la que ya a distancia se podía observar un gran cartel de Kiss y como no en el exterior del minigolg el gracioso Gene-car con lengua y pelo incluído.
Como niño con zapatos nuevos comencé a hacerme fotos, con el coche, con la entrada, con la cartelería..y eso que todavía no había entrado!!
Una vez dentro, mi éxtasis fue a más cuando tenía ante mi, un auténtico museo Kissero con infinidad de merchandising, objetos, carteles, fotos, instrumentos de la banda y cientos de items todos ellos amenizados con la canción "Crazy nights" de fondo que sonaba en ese momento.
Después de mogollón de fotos, grabar vídeos y disfrutar de la tienda y el museo, pudimos gozar de la "Love it Loud Wedding Chapel" en la cual nos habríamos casado de no ser, que lo hicimos el día anterior en la "Litlle white weeding chapel" (cosas que pasan en las Vegas).
Echamos una partida de mini-golf en los 18 hoyos perfectamente caracterizados con dibujos de los miembros de la banda y situaciones vividas por ellos, junto a unas pantallas en las que proyectaban conciertos de los neoyorquinos. Todo estaba muy oscuro, pero con los murales fosforitos resaltaban y resultaban estupendos.
Decir que la partida la gané yo, pero que Chus se quedó muy cerca. Mientras jugábamos un Disc-jokey pinchaba las canciones que le íbamos pidiendo, entretanto tomábamos una cerveza Budweiser de 1L a pachas.
Después de la partida tan divertida, era la ocasión de comprar y aumentar mi pequeño museo kissero, un imán gigante, una correa para mi Gibson Les Paul, y cuatro figuras bubble heads, fueron la recompensa obtenida por haber hecho la visita a un sitio tan divertido y recomendable, querría haber comprado más pero seguramente me habría arruinado, mejor lo dejo para la siguiente ocasión.
En resumen un sitio genial para todo tipo de personas, fans o no de Kiss, pero en el que el buen rollo desde el lugar hasta los trabajadores del recinto, hicieron que pasáramos una tarde inolvidable.
Juan Carlos.
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