La verdad es que cierro los ojos y me viene a la mente su carita
siempre atenta a mis sentimientos, sus ojos derrochando amor y una
admiración digna de alabar, y sus ganas siempre de compartir cualquier
momento conmigo.
Así es, hablo de mi mascota, pero podría ser la tuya, la de tu vecino o la que nunca tuviste.
En
mi caso se trata de un perrito de diecisiete años, que formó parte de la
familia de un modo poderoso, que entraba en los planes de todo tipo, que vivió lo bueno y lo malo con nosotros y sobre todo que siempre estuvo allí.
Me
resulta imposible comprender a esa gente insulsa y vacía que toman por
costumbre hacer regalos sin pensar en las consecuencias, olvidando que
los animales son seres vivos que tienen sentimientos, que demandan amor y
que conllevan una carga similar a la de un niño, teniéndoles que dar de
comer cuidar, querer, velar por su salud....
Recuerdo esos
momentos difíciles en los que deseaba que me tragara la tierra por un
problema que me atormentaba, y scoty estaba junto a mí, observándome,
sintiendo mi pena y solidarizándose con mi dolor, esperando impaciente a
que le dedicara un segundo con mi mirada para tumbarse boca arriba y
que le acariciase la tripa.
Incluso después de haberle regañado, segundos después me acercaba la pelota para que se la tirase y jugara con
él, sin rencor, como un verdadero amigo.
Y todo esa fidelidad a cambio de nada, por pura nobleza.
Hoy Scoty nos ha dejado, y entre lágrimas escribo este pequeño homenaje, el cual se merece como lo que era, uno más de la familia que nunca olvidaremos.
¡Hasta siempre amigo!
Juan Carlos.
me apena mucho, lo siento
ResponderEliminarLa carne de gallina, lo siento
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