En la edad media, época de penas e incertidumbres, se daba caza a mujeres normales que con cualquier pretexto o enfermedad se las tachaba de brujas y por consiguiente se quemaban en ejecución pública sus castigados cuerpos.
Afortunadamente esos tiempos fueron pasados y ya no se culpa a nadie de la caída de un rayo, del ataque de lobos a los rebaños o de ser siervo de satán por el hecho de tener un ataque epiléptico.
Pero siglos después, hoy en día nuestros gobernantes siguen exponiendo cortinas de humo y mostrando falsos culpables a fin de ocultar todos sus malos actos e incumplimientos políticos.
El colectivo centro de las iras del sistema que sirve como caldo de cultivo a un odio irracional hacia ese gremio no es otro que los empleados públicos, que llevamos vilipendiados y ultrajados desde hace tiempo con gobiernos de uno y otro color.
Ante los tópicos dudando de la profesionalidad, conviven en perfecta simbiosis otros como que la remuneración es excesiva y poseemos innumerables beneficios.
Pues bien amiguitos desinformados; los empleados públicos NO tenemos la culpa de la crisis, tampoco los parados, estudiantes, y ni mucho menos vivímos hace años por encima de nuestras posibilidades.
¿Qué culpa tenemos los ciudadanos que los gobernantes y banqueros nos hayan estafado con premeditación y alevosía?
¿Acaso el trabajar como un burro sin rechistar y pagando religiosamente nuestros impuestos ha desencadenado esta crisis?
La argucia de este sistema es repartir balones fuera, buscar una cabeza de turco y crear crispación para tenernos enfrentados, pues quien tiene los medios tiene el poder y si dividen vencerán.
Tenemos que tener las cosas claras, millones de parados, despidos, recortes, pena, depresión, incertidumbre, no es la culpa de ningún ciudadano de apié.
Hagamos lo que hagamos la banca gana. Todos los rescates y ajustes son para ella en detrimento de nuestras espaldas machacadas y nuestras ilusiones violadas...
No os dejéis engañar el funcionario opositó en tiempos de bonanza económica, para una estabilidad laboral pero un sueldo mísero, mientras en cualquier ramo laboral se triplicaba el salario.
Pero ahora sale mejor poner una diana en ese colectivo, cuando TODOS sabemos que son los gobiernos y los bancos los que son amos de los nuevos esclavos del siglo XXI.
Desde el principio de los tiempos se ha buscado falsos culpables y la masa no se ha molestado en analizar quién es el traidor, si el recaudador o su compañero de trabajo.
Creo que va siendo hora de despertar y denunciar la mala praxis del sistema.
Juan Carlos.
lunes, 22 de octubre de 2012
lunes, 1 de octubre de 2012
GENERACIÓN NOCILLA
Desde siempre he escuchado que la nostalgia se adquiere cuando tienes una determinada edad, y creo que a mi juicio ya la tengo.
Tengo esa sensación al igual que mucha gente de distintas generaciones, que cualquier tiempo pasado fue mejor, y no hago más que zambullirme en recuerdos de mi niñez, sintiendo incluso los sabores y palpando en primera persona aquellos momentos que me tocó vivir.
Lo reconozco soy de esas personas que crecieron en la añorada década de los 80 en la cual gracias a Dios tenemos innumerables archivos y pruebas para nuestro disfrute.
Me uno al grupo de los "Frikis" que coleccionan como locos esas series de televisión como: El gran héroe americano, autopista hacia el cielo, V, verano azul , el coche fantástico, Mcgiver...etc
También grababa mis cintas preferidas juntando dos radiocasettes (que llamábamos loros modernamente), me tiraba las horas muertas frente a la tele para ver si salía algún video musical de Europe o Bon Jovi, jugábamos toda la familia a los juegos reunidos Geyper, tenía un ordenador Espectrum que tardaba horas en cargar un juego, veía conciertos de Barón rojo en tocata, merendaba Nocilla, montaba con mis amigos al monopatín Sanchesky, mi padre tenía un Renáult 8 y nos llevaba al campo los domingos, lloraba con candy-candy, cantaba con los payasos de la tele, jugaba a policías y ladrones en el recreo, llamaba de don a mis maestros, comía chicles de peseta y pastillas de burro, me regalaron para mi comunión un walkman, me sabía las canciones de Parchís e incluso me tragaba después de Barrio sésamo "con las manos en la masa" y todo eso en familia.
Quiero homenajear con este texto a mi generación, esa que en el viaje de fin de curso escuchaba Modestia Aparte y Tennessee, a las personas que todavía recuerdan su primer beso y sobre todo:
A los amigos ausentes.
Juan Carlos.
Tengo esa sensación al igual que mucha gente de distintas generaciones, que cualquier tiempo pasado fue mejor, y no hago más que zambullirme en recuerdos de mi niñez, sintiendo incluso los sabores y palpando en primera persona aquellos momentos que me tocó vivir.
Lo reconozco soy de esas personas que crecieron en la añorada década de los 80 en la cual gracias a Dios tenemos innumerables archivos y pruebas para nuestro disfrute.
Me uno al grupo de los "Frikis" que coleccionan como locos esas series de televisión como: El gran héroe americano, autopista hacia el cielo, V, verano azul , el coche fantástico, Mcgiver...etc
También grababa mis cintas preferidas juntando dos radiocasettes (que llamábamos loros modernamente), me tiraba las horas muertas frente a la tele para ver si salía algún video musical de Europe o Bon Jovi, jugábamos toda la familia a los juegos reunidos Geyper, tenía un ordenador Espectrum que tardaba horas en cargar un juego, veía conciertos de Barón rojo en tocata, merendaba Nocilla, montaba con mis amigos al monopatín Sanchesky, mi padre tenía un Renáult 8 y nos llevaba al campo los domingos, lloraba con candy-candy, cantaba con los payasos de la tele, jugaba a policías y ladrones en el recreo, llamaba de don a mis maestros, comía chicles de peseta y pastillas de burro, me regalaron para mi comunión un walkman, me sabía las canciones de Parchís e incluso me tragaba después de Barrio sésamo "con las manos en la masa" y todo eso en familia.
Quiero homenajear con este texto a mi generación, esa que en el viaje de fin de curso escuchaba Modestia Aparte y Tennessee, a las personas que todavía recuerdan su primer beso y sobre todo:
A los amigos ausentes.
Juan Carlos.
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